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domingo, 30 de junio de 2019

RESTAURANTE EL MAR EN UN PLATO


Fotografía de Juan Antonio Morillo



Menú del día:

- Sopa de azul bahía con espuma rompiente.
- Estofado de verde sobre aromas del Estrecho.
- Resol de Puntilla en tarde de pesca.
- Brochetas de espigón del mar de la infancia.
- Espalda dorada a la sal.
- Revolcón de olas con brillos de escamas.
- Gris de levante y revuelto de nubes.
- Puesta de sol al Calamocarro.
- Susto del día: Aguaviva flotante.
- Yogurt de algas sobre roca emergente.
- Chupitos de Bahía Sur a la luz de la Luna.



                                                                                                          Carlos Bernal.

domingo, 23 de junio de 2019

Las personas

Yo, la autoafirmación, el compromiso.
Tú, la otra mirada, el espejo.
Ella, la desconocida, la tercera.
Nosotros, el calor de grupo, la defensa.
Vosotros, la oposición, la otra orilla.
Ellos, los extraños, la sospecha.



 Carlos Bernal.




viernes, 21 de junio de 2019

No escribo versos

No escribo versos,
los cultivo en mi libreta verde.

Siembro letras cada noche:
La a para versos de amor;
de la c espero canciones,
con la s quiero sonetos
y la r para ir rimando.

No escribo versos,
los digo mientras abro
y labro mi libreta.

Siembro letras cada noche,
-aprovecho cuando hay luna-
riego con la luz que amanece
y espero por si crece alguna…

Pero no me sale nada;
las letras no crecen,
los versos no brotan…


No debe ser temporada,
voy a cambiar de libreta.


Carlos Bernal.

Para contar y dormir


Un verso es un universo.
Dos palabras son "te quiero".
Tres luceros, una noche.
Cuatro esquinas es un juego.
Cinco puntas, una estrella.
Seis amigos, una peña.
Siete colinas, mi ciudad.
Ocho horas, un jornal.
Nueve niños, una escuela.
Las diez, hora de cenar.
 

Y teniendo estas diez cosas,
¿para qué queremos más?



 Carlos Bernal










Andando el paseo de los viernes

Al Paseo de los Viernes
las olas llegan mansamente
resbalándose en la espuma,
jugando con la orilla.
Juegan -como nosotros-
a llegar y a marcharse.

Los perros -menos mansamente-
van paseando a sus amas
que los aman con palitos de ternura
que les lanzan, -boomerangs
caninos y cansinos-.


Voy mirando por las calles…
Hay cola en la oficina del paro;
hay cola en la tienda de móviles;
cola para pedir trabajo
y cola para coger aviones.
 

             (Los pobres, ahora más pobres,
              tendrán que recordar cómo ser pobres)

             (Los ricos, cada vez más ricos,
              deberán aprender a ser ricos).
 


Los contenedores de basura 
de las grandes superficies,
cada noche se convierten 

en almacenes de alimentos.

La Dignidad va gritando por las calles.
El Titanic de la clase media
se hunde en la sordidez
de los comedores sociales.

             (Los días de vino y rosas
              acabaron avinagrando el uno
              y marchitando las otras).

 

Los pobres piden ayuda;
los bancos piden ayuda,
los países piden ayuda;
hasta los libros de autoayuda
escriben pidiendo ayuda.
             

              (El que llevo en la mano leyendo,
              se sube el cuello de las solapas
              -como encogiéndose de hombros-
              y me deja sin palabras al cerrarse.
              En el colmo de la impotencia,
              parece que ya ni los libros
              son capaces de explicarse).



Carlos Bernal

sábado, 15 de junio de 2019

Me llamo siglo XXI


 

Me llamo siglo XXI y vivo lleno de guerras.
Mis antecesores pensaron que yo sería distinto.
Creyeron que ya se había sufrido demasiado.
Imaginaron aprendido todo sobre el dolor.
Desearon que la estupidez humana no fuera a más.
Esperaron haber creado los suficientes mecanismos.
Soñaron con el entendimiento entre los pueblos.
Auguraron un nunca jamás repetir…

Y sin embargo,
me enseñaron a convivir con ellas.

Y yo que pensé que la educación lo cambiaría todo,
hoy vuelvo a dormir con un arma bajo la almohada.

Me llamo siglo XXI, y no he aprendido nada.
                                                                               


Carlos Bernal

viernes, 14 de junio de 2019

Siempre los mismos

Siempre pagan los que no deben:
Los pobres, los niños, las mujeres.

Siempre pierden los mejores:
Los niños, las mujeres, los pobres.

Siempre sufren los mismos:
Las mujeres, los pobres, los niños.
                                                                         
                                                                          


Carlos Bernal.

sábado, 8 de junio de 2019

Se me escapan las semanas

Antes de que el día desayune,
digo lunes, y lo extiendo
en la memoria de los días
de otro pan con mantequilla,
y le sorbo las entrañas
en el café de las cocinas
donde crecieron mis sueños.

O digo martes,
negando los embarques
tantas veces deseados;
y los fijo con el clavo
de la memoria perdida,
ésa que solo convida
cuando nadie se lo pide:
en medio de la borrasca
de un insomnio a la deriva.

O digo viernes
-si la ocasión lo merece-

 y en el espejo se estremece
el brillo de otros ojos,
los que dejo en el destrozo
de unos sueños no cumplidos.

O digo, por fin, sábado,
y se me ocupan las semanas
de alivios de luna llena,
y en la caja de resonancia
de mi alma de guitarra
se emborracha esta cigarra
cantando canciones de tuna,
mientras espera que amanezca
el domingo por la mañana.


Carlos Bernal.

viernes, 7 de junio de 2019

LUZ DE CRUCE


Atardece,
las sombras mecen
la luz huída hacia Poniente.

Cada vez se alargan más
los ojos de los puentes,
los árboles perdidos
entre las piernas del paseo.

En la orilla, las pavanas,
en un più forte coral,
se despiden de la tarde.
Mañana volverán como si nada.

Ya ha caído la noche;
en la escalera nos cruzamos
los que van y los que venimos.
No hay palabras que decirse:
Traemos luces de la tarde,
ellos van a por las del alba.




Carlos Bernal, Mayo de 2019.

Déjame tu risa

Déjame tu risa
tendida en la cuerda,
colgada con pinzas,
pendiente de un hilo.

Que el sol la ventile,
que esponje sus alas;
y cuando seque sus plumas,
que el viento la vuele.

Déjame tu risa
de las tardes alegres
y las noches felices;
la que ríe conmigo,
la que a veces termina
en un suave suspiro;
la que no tiene prisa,
la que huele a domingo.

Déjame tu risa
que tanto necesito;
la que necesito tanto
como el aire que respiro.

Déjame tu risa
y sabré que te has ido.


Carlos Bernal.


domingo, 2 de junio de 2019

EL MARQUÉS DE YANOAGUANTOMÁS

Decidió que inclinar la cabeza
no era un modo de ganarse la vida;
y devolvió, a quien le había regalado,
todos sus títulos nobiliarios.

Rompió relaciones diplomáticas
con todos los países de habla hispana
que no pronunciaban la zeta.
(Esto, que parece absurdo,
le tuvo siempre obsesionado)

Rompió también sus títulos,
-el de Primaria, que había estudiado,
y los que llegaron de regalo-.

Despidió a sus serviles lacayos:
el mayordomo filipino,
la cocinera francesa,
y el cuidador de caballos,
-su mejor y más tierno amigo-.

Escribió un tuit para decir
“Este marqués ya no está disponible”.


Siempre supo que estaba loco,
pero no encontró nunca un siquiatra
que lo pusiera por escrito;
ni un notario que lo validara
cuando quiso hacer testamento.

Pensó llegado el momento
de dejar -de su puño y letra-
sus últimas voluntades:


Si muero en tierra extraña,
que me traigan a mi patria
y me entierren en la iglesia,
en la cripta, junto al abuelo;
él lo dejó todo pagado”.

Harto de su alegría ficticia,
del cansino “sé siempre positivo”,
se subió a sus hombros un día
y se lanzó de cabeza al vacío.

Por suerte para el marqués,
sus hombros no estaban tan altos;
solo se destrozó aquel brazo
que tanto había levantado.

Hoy luce un cuerpo lastrado,
y el brazo que otrora izara,
lo tapa su vieja camisa,
terminando en puño cerrado.


Carlos Bernal.





sábado, 1 de junio de 2019

CARTA


 

Querida mía:

Cuánto tiempo sin mandarte una carta, como antes:


Anunciando una llegada, proponiéndote una cita,

subrayándote una fecha, o queriéndote entre letras

que vestidas de domingo daban brincos por llegarte.

No me había dado cuenta…

 

Cuánto tiempo sin mandarte una carta como aquéllas.
 

No éstas que escribo ahora para exigir un derecho,
como acuse de recibo o para hacer una compra;
sino cartas como entonces:
sueños guardados en sobres que pegaba con ternura;
con promesas, con poemas,


con recuerdos de las tardes esparcidas a la sombra

de una queja de guitarra sobre un campo de dulzura.

Cuántas tardes esperando
que la bici del cartero


te trajera de vuelta, envuelta,
en un sobre con un sello.


Carlos Bernal.