tendida en la cuerda,
colgada con pinzas,
pendiente de un hilo.
Que el sol la ventile,
que esponje sus alas;
y cuando seque sus plumas,
que el viento la vuele.
Déjame tu risa
de las tardes alegres
y las noches felices;
la que ríe conmigo,
la que a veces termina
en un suave suspiro;
la que no tiene prisa,
la que huele a domingo.
Déjame tu risa
que tanto necesito;
la que necesito tanto
como el aire que respiro.
Déjame tu risa
y sabré que te has ido.
Carlos Bernal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario