digo lunes, y lo extiendo
en la memoria de los días
de otro pan con mantequilla,
y le sorbo las entrañas
en el café de las cocinas
donde crecieron mis sueños.
O digo martes,
negando los embarques
tantas veces deseados;
y los fijo con el clavo
de la memoria perdida,
ésa que solo convida
cuando nadie se lo pide:
en medio de la borrasca
de un insomnio a la deriva.
O digo viernes
-si la ocasión lo merece-
y en el espejo se estremece
el brillo de otros ojos,
los que dejo en el destrozo
de unos sueños no cumplidos.
O digo, por fin, sábado,
y se me ocupan las semanas
de alivios de luna llena,
y en la caja de resonancia
de mi alma de guitarra
se emborracha esta cigarra
cantando canciones de tuna,
mientras espera que amanezca
el domingo por la mañana.
Carlos Bernal.
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