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viernes, 30 de agosto de 2019

Poetas noctámbulos


Noctámbulos poetas,
taciturnos, entregados
a su absurdo quehacer.

Ebrios de letras
empeñados en izar
su desvelada madrugada
en busca de mares perdidos
-al sur de su corazón
y al norte de cualquier estrella-,

donde la luz es suave
y el tiempo un cuarteto de cuerdas.

No hay sueño con mejor derrota.
Esperadme que recoja las redes…



Carlos Bernal.

Llega un verso


Empiezas a sentir que llega un verso
como un pájaro saltando entre los cables,
como el trueno que anuncia una tormenta,
como el zumbido de la abeja que se acerca.

Hay palabras que juegan a encontrarse
con recuerdos de algún viejo sentimiento,
con los restos de un dolor ya enterrado…

Como notas que surgen sin control
construyendo un pentagrama impredecible,
cada verso se tropieza en el siguiente
sin saber si ha acabado el anterior.

Y entonces el poema se convierte
en un callejón sin salida,
en la desconocida puerta de enfrente,
en el tiempo que nadie ha medido.

Pero suele ocurrir algo hermoso:
la luz que da la chispa de un verso
al chocar con otro verso, ilumina,
la salida del lugar tenebroso.

Y una vez en campo abierto, quién sabe…

Carlos Bernal.



A vista de pájaro

Antigua Avenida del General Sanjurjo (Ceuta, años 60). Marcado en rojo, el piso de mis abuelos


Cuando yo era pequeño no sabía
quién había sido el General Sanjurjo;
pero mi abuelo vivía en su avenida,
la que recordaba sus gestas de prohombre.


Llevaba su nombre aquella calle. 
Desde sus balcones gocé del privilegio 
de ver pasar puntualmente cada año
todos los santos, Cristos y Vírgenes
que componían mi Semana Santa;
era semana porque eran siete días,
y era santa porque no había colegio.

Así pues, todo lo vi desde arriba,
con la altura que me daba el tercer piso;

tal vez por eso aprendí desde bien pronto
a ver las cosas con suficiente distancia.

Festejo haber tenido a vista de pájaro
el cartel que conmemoraba a Sanjurjo,
y las procesiones de Semana Santa.

Carlos Bernal, 30 de agosto de 2019.


miércoles, 28 de agosto de 2019

Caras de caretas

A esa hora en que nadie habla con nadie,
cuando todos los ojos son extraños,
las agujas del reloj de madrugada
te despiertan pinchándote la espalda.

Cuando sobran los consejos que mereces
y algunos sueños se cambian de cama;
cuando no te da la gana ser prudente.

Cuando un vaso que se rompe es un estruendo
y el sonido de unos pasos un espanto;
cuando el sol está durmiendo en occidente;
cuando ya no se divisa el horizonte
y la noche, por fin, nos iguala;
cuando aún no se adivina por qué norte
se llevarán las luces a las sombras;
cuando aún no se dibujan las esquinas
que tendrán las calles de mañana.

Cuando todo en el alféizar son tinieblas
y hasta el brillo de una vela te delata;
cuando no hay salidas de emergencia…

Es entonces cuando estás solo ante ti
y no sirven para nada las caretas
de esta absurda fiesta de disfraces
en la que ya es inútil disfrazarse.

Carlos Bernal.

De noche

Cuando se acuestan los ruidos

el silencio se agiganta,

el espacio se ensancha,

y el corazón, esponjado, se ahueca.

Los sueños levantan el vuelo,


y se acierta a tocar con los dedos

los más apagados deseos.

“El que pudo ser” y “el que ha sido”,


dos extraños, se cogen del brazo

como viejos y buenos amigos

y se van de paseo por el barrio,

y en el mar que la noche mece

acunan sus más bellos sueños.

La poca luz los iguala,
difumina las distancias.

Aquella mujer…
El fracaso…
El aburrido trabajo…
Lo que no hizo…
Aquel hijo…
La otra mujer…
La esposa…
La noche aflora tantas cosas…

Cuando se duermen los ruidos,


los sueños se van de paseo.

“El que pudo ser” se despierta

mientras se duerme “el que ha sido”

y entre sueños y suspiros,

se van abriendo las puertas
de la noche a sus deseos,
a sus sueños perdidos.

Carlos Bernal.

Brochazos de mar

Mar que destila esencias
Mar que acaricia
Mar que limpia creencias
Mar que desquicia

Mar que afina
Mar que templa
Mar que contempla la Historia

Mar que sugiere paisajes
Mar que deshace
Mar que embellece tormentas
Mar que atormenta bellezas

Mar que agoniza

Mar que renace
Mar que despierta
Mar que adormece

Mar que te mira
cuando no estás mirando
Mar que estremece
mientras te sigue acunando.


Carlos Bernal.

Como el levante


Foto: laverdaddeCeuta.com


 

Como la luz en La Ermita

cuando nacen las estrellas;

como el sol en San Antonio

las tardes de primavera.

Como reflejos de luna


una noche en La Ribera.
Como un amigo que llega.
Como cantos de sirena


-si es que sirenas hubiera-.

Como yo te descubriera


aquel día entre mi niebla.
 

Como miran las terrazas,
como sueñan las pavanas,


como doblan las campanas

cuando el alma está rota.

Como todas las estatuas


van sentándose en la Plaza,

por la noche, a hurtadillas,

a contarse sus historias.

Como el frío de este enero,


como el sexo en primavera,

como aman las palabras

que del corazón brotan.

Como lloran las esquelas,


como anidan los idiotas,

como influyen las escuelas,

como pierden las victorias

y te enseñan las derrotas.

Como se miran los ciegos,


como se anudan los lazos,

como se quiere de lejos,

como se estrechan abrazos.

Como tú, Puente del Cristo, 


cuando tu viento me azota

y me parecen gaviotas

aleteando mi oído.

Como el amante distraído,


como esta estrofa agotada,

como mi vieja guitarra

que aún me sigue dando alas.
 

Como el levante en mi playa…

Así mi corazón vuela


entreteniendo sus horas;

por El Foso, bajo El Puente,

donde la corriente llora

en una vieja patera.
 

Asomándose a mi playa,

donde el levante navega;

pilotando sobre el viento

y prestándome sus velas.
 

Dormitando en la bocana

al compás de la marea,

como hacen las pavanas

mientras que el barco no llega.

Carlos Bernal.

sábado, 24 de agosto de 2019

¿Algún tutorial?

Ahora que hay tutoriales para todo,
tal vez falte alguno que enseñara
a prolongar las mañanas en el aire
y alargar las tardes entre sombras.
A detener la Luna en sus cristales
y conservar las caras de asombro.
A desechar el mal cuando aparece
y olvidar el daño que te hiciera.
A despejar los cielos que oscurecen
y recortar el amor para guardarlo.
A dominar el fuego que te quema
y a despertar de las pesadillas.
A sacudir alfombras de tristeza
y caminar sobre piedras en la playa.
A llamar a las cosas por su nombre
y enterrar todas las hachas de guerra.
Aventar cosas buenas cada día
y a repartir, aunque no te sobre.
A escuchar a los que hablan sabiamente
y perdonar a este mundo tan loco.
A respirar la bondad profundamente
y a tragarte el resto, poco a poco…

Carlos Bernal.

¿Ángeles o demonios?


Ángeles nocturnos escudriñando el horizonte.
Árbitros marinos sacándole al mar tarjeta.
Moisés separando las aguas.
Héroes jugándose la vida,
rescatando de la muerte;
esquivando el cementerio
de la fosa mediterránea.
Salvavidas voluntarios,
y sin embargo, delincuentes.

En la mar están las víctimas.
Las que apuestan por la huída
en busca de futuro.
Haciendo esgrima con las olas,
suplicándole a la noche
que dé esquinazo a la muerte…
Y sin embargo, delincuentes.

Luego está la vieja Europa
con sus nietos de emigrantes:
altos, bellos, rubios, familiares,
católicos, cultos, educados,
trabajadores amantes de la paz…

Pero con poca memoria…

Ya no recuerdan el exilio
de muchos de los suyos,
viajando con la huida como norte,
la desesperación de compañera,
el hambre como suerte…

Y ahora cierran sus puertos.
Ahora son países ricos
que mandan armas a los pobres
como ayuda humanitaria
que intercambian por petróleo,
por oro o por diamantes.

Ahora somos lo que somos;
qué fácil olvidar
lo que hemos sido antes.

                                         Carlos Bernal.

viernes, 16 de agosto de 2019

Aquí y ahora

Prefiero aquí y ahora,
que tal vez y mañana;
porque ahora estoy aquí,
mañana tal vez me habré ido.

Suspiro con el tiempo en pasado,
la nostalgia me invade el momento
y sin embargo ya es polvo y ceniza;
es la risa la que vivo en presente.

Si indiferente ante un futuro incierto,
despierto pensando en la nada…
Si nada es lo que pienso
y así nada me decepciona,
¿se puede estar más muerto?


Carlos Bernal

La tarde

Dormidas espumas despiden la tarde
en reflujos de olas que apenas se sienten,
en silentes orillas que abrazan las piedras.

Un mar de poniente me besa los labios
y mis pasos levantan pavanas al aire.

La tarde, por fin, me devuelve.



Carlos Bernal.

martes, 13 de agosto de 2019

Inventario (a día de hoy)



Veamos, qué tengo:
Un buen puñado de años,
cuatro o cinco certidumbres,
muchos amigos en redes
y pocas redes de amigos;
libros de buenos poetas
y mucha música rondando.


Una infancia muy feliz,
película en blanco y negro:
niños jugando en el barrio,
voces de madres llamando.
Después, un largo destierro.

Un poemario -en proyecto-
que he plantado en semilleros,
por si van creciendo estrofas
o son solo versos sueltos.

El alféizar de una ventana
donde me apoyo a pensar;

nube donde escribir
sin gastar gota de tinta. 


Olores a yerbabuena,
a albahaca y a tomillo,
a romero y perejil.
El Sol saliéndome al paso,
la Luna durmiendo el pretil.

Algún cruce de caminos
-no había entonces rotondas-

donde vi qué decidir:

Elegir lo que elegí
o lo que no hube elegido.

La cabeza en otra parte,
la vista puesta en el mar
-siempre que fuera posible-,

unas manos poco fiables
y una guitarra sin prisa.


Ah, y además tengo la risa
como un remedio familiar
para apagar la tristeza,
esa que sabe llegar
a marcar las horas malas.

¿Qué más se le puede pedir
a una vida regalada?
 


                                         Carlos Bernal, agosto de 2019.

miércoles, 7 de agosto de 2019

A veces...

La razón también tiene catacumbas
donde a veces tienes que refugiarte;
es absurdo nadar contra corriente,
navegar con temporal de levante.

Cuando surgen, aladas, las sandeces,
y prima la mentira incontestable;
Cuando nada de lo que digas vale
porque cualquier verdad ya se ha reescrito…
Dibuja una sonrisa reflexiva,
pronuncia un silencio atronador,
pon tus palabras en fila
y llévatelas a otra parte.


Carlos Bernal.

domingo, 4 de agosto de 2019

Otro agosto

Hay un agosto 
de noches de asfalto
y de camas vacías;

de sudor de cuello alto
y de almohadas calientes;

de terrazas de guardia 
que se han quedado sin hielo;

de maldito aire estropeado 
y de ventilador asfixiante;

de amanecer de alivio 
que dura tan poco;

de mañanas hirviendo 
un tórrido mediodía,

y tardes cociendo
una noche a fuego lento;

de paseos nocturnos 
con el viento de cara
mientras bajo la cuesta 

y te busco en la playa…

Pero hay otro agosto 

con cuernos de hambre,

con miles de muertes 
sin agua bendita;

con zonas de riesgo 
sin primas de riesgo;
con ojos de niño 

y miradas sin vida.

Son cristales pulidos 

donde puedes mirarte
el pecado más cruel 

que ha inventado el humano:

dejar, simplemente, 
que se muera la gente.

 

Un agosto de gritos 
me pide socorro;

otro estorbo en un mundo 
que se ha vuelto tan loco.


Carlos Bernal

sábado, 3 de agosto de 2019

Cuidemos nuestros ríos

Dejad que el río siga,
como la vida, su curso.
 

Que se desmonte sin prisa;
que en la curva dormida
entre placeres de siesta,
se adivinen las tardes
de los besos de entonces.

Dejad que el río siga
entre brillos de bronce;
que le lleve su calma
a la prisa del barco;
que termine en la playa
donde duermen las olas,
y que muera escuchando
los ruidos del puerto.

Dejad que el río siga
y que siga viviendo
en todas las miradas
que han sabido mirarlo.


Carlos Bernal

viernes, 2 de agosto de 2019

Condiciones

Erato, musa de la poesía.


Para poder escribir unos versos
necesito mirar a lo lejos,
tener delante paisajes
por donde levantar el vuelo,
y detrás ningún espejo
que me contagie sus miedos.

Quiero que el viento ponga su ritmo,

que el aire apague los gritos,
que el mar inunde mis venas,
que las pesadas cadenas
me dejen un tiempo libre.


Que las musas disponibles
se avengan al regateo,
y no pagar ni más ni menos
que el precio de un buen sueño
en una tarde de sofá.
 

Después, que el universo infinito
contenga un segundo su aliento…

Y es por tanto requisito,
que apenas escribo unos versos.



Carlos Bernal