Cuando se acuestan los ruidos
el silencio se agiganta,
el espacio se ensancha,
y el corazón, esponjado, se ahueca.
Los sueños levantan el vuelo,
y se acierta a tocar con los dedos
los más apagados deseos.
“El que pudo ser” y “el que ha sido”,
dos extraños, se cogen del brazo
como viejos y buenos amigos
y se van de paseo por el barrio,
y en el mar que la noche mece
acunan sus más bellos sueños.
La poca luz los iguala,
difumina las distancias.
Aquella mujer…
El fracaso…
El aburrido trabajo…
Lo que no hizo…
Aquel hijo…
La otra mujer…
La esposa…
La noche aflora tantas cosas…
Cuando se duermen los ruidos,
los sueños se van de paseo.
“El que pudo ser” se despierta
mientras se duerme “el que ha sido”
y entre sueños y suspiros,
se van abriendo las puertas
de la noche a sus deseos,
a sus sueños perdidos.
Carlos Bernal.
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