Seguidores

viernes, 28 de julio de 2023

CASA CON MUROS

Fco. Javier Ben Couto. "Muro de piedra"



Escribo versos para sentirme protegido.
Como una casa con muros
que guarda el calor en febrero
y refresca las tardes de julio.
Algunas veces me escondo tras ellos,
y respiro las almenas
de su inexpugnable castillo.
Otras veces planto cara.
Según las fases de la Luna:
Tengo un cuarto menguante reflexivo,
y otro creciente para venirme arriba.

Ahora ando de limpieza.
Tiro frascos con esencias.
Abro algunos con olor 
a secarral sin futuro,
a páramo con lobos 
que van girando soledades;
a mustios esquejes de ideología,
a sarmientos de territorio antiguo,
a ramas secas de verso adolescente.


Otros huelen a playa desierta,
a cabello ensortijando anocheceres,
a miradas atemporales de ternura,
a productivas tardes musicales,
a noches abrigadas de amistad
y a retales de risa incontenible.

Algunas esencias saturaron
un olfato todavía inexperto.


Carlos Bernal
27 de julio 2023




miércoles, 26 de julio de 2023

QUISO Y NO PUDO

"Un filósofo mirándose al espejo" de José de Ribera (1591-1612)

 

Quiso volverse un poeta susurrante
pero la rabia le acercaba el grito.

Quiso llevar a reciclar sus certidumbres
pero no había contenedor donde tirarlas;
así que optó por irlas congelando,
por si algún día pudiera consumirlas.
 
Quiso sentirse un hombre más práctico,
y la utopía seguía amaneciéndole.

Quiso ser de los que empujan las calles
y ostentan la libertad de terrazas;
de los que reinan desde su coche
y plastifican las cunetas;
que no se asoman al abismo de sus nietos,
que no les importa el mañana
porque creen que no les pertenece.

Pero no pudo ser como ellos,
los espejos seguían mirándole.


Carlos Bernal
26 de julio 2023.




miércoles, 19 de julio de 2023

RADIOGRAFÍA DE UN POETA CON PRETENSIONES

"Un poeta", de J. L-Ernest Meissonier (1815-1891)



 
Llevaba toda la vida -y ya eran muchos años- yendo y viniendo, y no solo físicamente. Entraba y salía de sus contadas aficiones: De las letras a las músicas para volver a las letras; para romper con todo, y más tarde volver a lo roto. 
Y continuar, como si nada, encerrado en ese bucle.

Con notoria precariedad, como aprobó el bachillerato.
Con la tenaz inconstancia con que compuso su vida.
Con presumida ignorancia, como un político sin talla.
Con el miedo al fracaso, el del amor cuando se estrena.
Con la seguridad del funcionario estampando su sello.
Con la insolvencia de un balcón lleno de banderas.

 
Andaba entre diccionarios buscando el cómodo zapato de un buen adjetivo, el que lo deja todo claro. Y un contundente adverbio, que al mismo tiempo le diera flexibilidad en las piernas; la que el verso necesita para irse por las ramas.
 
Las manos las dedicaba a su instrumento, la guitarra, que estaba ya un poco harta de ser tocada como siempre.

El cuerpo del poema lo llevaba en la cabeza, con el verbo conjugado en un tiempo pertinente, que no es otro que el vivido, el que se tiene Presente; más acertado que un Pretérito que va sonando ya a cuento, o aquel Futuro soñado que siempre sale imperfecto. 



Y luego está el sustantivo que cogía de la mano de un buen vino de crianza. 


 
Y con estos mimbres absurdos pretendía alguna chanza. 

Qué quieren que yo les diga…


 
Escribía a ratos y con trazos irregulares, como el amor resulta; 
con restos de viejas historias, de noches que se alternan entre la dicha y la ausencia. Yendo del desamor callado al estruendo de burbujas, de la luz de confidencias a los silencios sin digerir.
 
Algunas noches, la Luna, era su única compaña; otras veces, con amigos, le daban las del alba, entre risas derramadas.

 
Así se hizo su vida, como tantas; encarrilada a empujones o con la calma necesaria. A trozos irregulares, como se corta la fruta, como se pintan los cuadros, si no se sabe pintarlos.

 
Carlos Bernal
19 de julio 2023.


(Nota: No es autobiográfico, que yo sepa)

 

 

 


sábado, 15 de julio de 2023

LOS PINOS DE CEUTA



En aquellas motos Vespa que circulaban por Ceuta en los años 50 y 60, -creo que eran italianas- llevaba mi padre a mi hermana colocada delante, agarrada al manillar como toda medida de seguridad, y yo iba en el asiento de atrás. Impensable compostura actualmente, pero entonces era lo habitual. Pues así íbamos los tres desde la calle Terraplén a dar una vuelta al Monte Hacho. Paraba mi padre la moto donde estaba el Restaurante de Serafín. [Me vienen otros recuerdos, ahora, de las noches en la discoteca La Cueva, bastantes años después…]

Me parece estarlo viviendo, qué curiosa memoria aparece a mis años, -reminiscencia, creo que la llaman-. Hablaré por tanto en presente, tan cerca lo veo.

Cruzamos la estrecha carretera y ya estamos en la zona que conocemos como “Los Pinos”. Un sendero nos hace adentrarnos, y bajando, serpenteamos el monte por una suave pendiente llena de agujas de esos pinos piñoneros que en verano nos inundan de olor fresco y sereno. Las piñas van apareciendo a lo largo del camino y recogemos alguna.

Hay un recodo en el sendero. Mi padre localiza un par de piedras a propósito. De distinto tamaño, la mayor servirá para apoyar el piñón, y la pequeña será el martillo. Lo veo dar el golpe certero con la maestría suficiente -para mí entonces imposible- y abrir el piñón en dos, dejando intacta la semilla al alcance de sus dedos que la llevarán directamente a nuestras bocas. Parece que lo estoy viendo, y oliendo, y saboreando…

Y así, retomamos el camino, para al poco rato volver a repetir la operación.

Y los recuerdos dan un salto en el tiempo y me llevan bastantes años después a ese mismo sendero, a media noche, haciendo la mili, con un CETME a la espalda, hasta una garita donde haré guardia. Ese lugar idílico lleno de pinos piñoneros de la infancia, ahora son unos polvorines militares.

Todo esto viene a cuento porque esta mañana he pasado por un parque bajo la sombra de unos pinos -huyendo del calor sofocante- y el olor, aquel mismo olor me ha llevado volando a Los Pinos de Ceuta. Así de curiosa es la mente…



Carlos Bernal
Julio 2023.





lunes, 3 de julio de 2023

EL CAJÓN


Abro el cajón de las cosas colgadas
de un tiempo para siempre inservible.

Hay un viejo teléfono móvil.
Auriculares nocturnos rotos.
Una foto de aquella pandilla.
Caducadas pastillas antiácidos.
Unas gafas de sol del otro siglo.
El botón que guardé por si acaso.
Aquellas conchas que recogí de la playa.
El último reloj que me puse.
Un llavero que me dejó mi padre.
La llave de una maleta que perdí.
Una novela que nunca he leído.
Unos versos que se han puesto amarillos.
Y una vieja baraja de cartas
a la que le faltan los reyes.

Y hay escombros de antiguos destrozos:

Trozos de discusión que desembocaron
en caudalosos ríos de ruptura;
absurdas posiciones ganadas
a base de negra testarudez.
Y legiones de palabras malsonantes
desfilando con crestas antiguas
en supuestas versiones actuales.

Son fondos de un cajón que bucean
donde ya no se puede pescar.

Y sin pensar en por qué las guardo,
con un leve y distraído empujón,
he vuelto de nuevo a cerrarlo.

Así son la mayoría de las cosas
que nos tienen atados al mundo:
Trasnochados y absurdos objetos,
y herencias de antiguos errores.
Una mochila cargada con piedras 
que fueron otros los que tallaron.

Un terrible y pesado equipaje,
arrastrado con la misma fatiga
que una cruz subida al calvario.

 

Carlos Bernal.
Marbella, 3 de julio.

 

 

EL CAJÓN (2)

VUELVO al cajón de lo inútil.
Tiro cosas viejas que pensaba,
y otras que seguían pesando:

Suelo desechar poemas largos
a partir de la décima estrofa;
y la música que pierde melodía
pero encuentra un dolor de cabeza.

Me aburren las teorías farragosas
sean de lo que sean. La película
que todo el mundo ha visto,
y un libro que estuvo semanas
en una supuesta lista de éxitos.

Abomino de las tardes sudadas
con la humedad relativa de mi tierra. 

Corro de los ojos sin dudas,
que miran llenos de odio
tras los velos de cualquier religión.
 

Escapo de la membresía,
-no formo parte de nada-;
y de la embestida de las tradiciones
y el sentido de la contracultura.

Sospecho del revolucionario
que apenas ha salido del portal.

Para ganar algo de altura
me subo a un montón de preguntas.

Observo lo poco aprendido
en mis últimos setenta años.

No hay arreglo cercano. 

Cierro de nuevo el cajón;
creo que no volveré a abrirlo.


 

Carlos Bernal
30 de julio de 2023.