El origen del Real Club de Golf Sotogrande está íntimamente ligado a la creación de la urbanización de Sotogrande a comienzos de los años 60. Su fundador, Joseph McMicking eligió este enclave del Sur de España para desarrollar la mejor zona residencial de la época y como núcleo y eje vertebrador de ese ambicioso proyecto, se fundó en 1964 el Real Club de Golf Sotogrande. (Tomado de wikipedia)
En los años 80 ya triunfaban por allí los grandes golfistas españoles como Solozabal y Severiano Ballesteros.
Dña. Emma Villacieros de García-Ogara fue presidenta del Club de Golf Sotogrande desde 1979 a 1989.
Tuve ocasión de conocerla y tratarla en varias fiestas finales de torneo que nos tocó amenizar. Esta mujer, a la que todos llamaban Emma, era muy cordial y disfrutona. En cuanto se acababa el acto protocolario, sacaba sus zapatillas del bolso, se quitaba los tacones y se dedicaba a bailar todo el rato. Siempre nos decía que le gustaban mucho las canciones que llevábamos en el repertorio. Así que repetimos tres veces.
El golf en Sotogrande era y es la razón de ser de la propia urbanización. Así fue concebida por su creador Joseph McMicking en años 60, y así sigue.
Como digo, creo que estuvimos tres veces amenizando la cena que tenía lugar después del acto de entrega de trofeos al final de los torneos de cada año. Y he de decir, que para ser de la altura deportiva y financiera que era, nos trataban un poquito peor que en el Polo o en las fiestas privadas, por supuesto. Digo esto porque recuerdo los cabreos que solía pillar cuando veía que nos habían dejado para actuar un espacio pequeño junto a la barra del bar donde, yo sabía, se iba a agolpar la gente pidiendo y nos iban a machacar.
Y efectivamente así ocurría. Y de nada servía hablar con los responsables que, poniendo la misma cara anodina que una de las pelotas que utilizaban los golfistas, lo dejaban rodar… Hasta llegué a decírselo a Enma, la presidenta. Pero claro, ella estaba en ese momento para disfrutar y me decía no te preocupes, vamos a bailar ya verás que bien te lo pasas… Y a mí que, encima, no me gustaba bailar, pues me iba con una cara de quince metros. En fin, al final cobrábamos, cenábamos, nos tomábamos nuestra copita… y a casa, que mañana será otro día.
Pasados ya muchos años de aquellas experiencias musicales que compartí con el bueno de Juan, que en paz descanse, lo que me queda es el agradecimiento a la vida por haber tenido la posibilidad de conocer a ese tipo de gente a la que no vemos nunca en ninguna parte, por razones obvias; esos que viviendo en sus grandes mansiones, tras sus altas tapias y enormes árboles, están tan en nuestras antípodas que no solo somos como dos rectas paralelas que nunca van a encontrarse, sino que además cada vez seremos más divergentes, viviendo en dos universos de irreconocibles e irreconciliables dimensiones. Creo que más que nada, se trata de que aprendí a comprender ese mundo de millonarios que jamás van a entender los problemas de la gente común que se levanta cada mañana para ganarse el pan y tratar de llegar a fin de mes. Y eso no es justificarlos, es aceptar simplemente su existencia.
Si por aquellos años 80 ya lo veía así, imaginaos ahora, cuando hay un nuevo milmillonario cada 30 horas desde el inicio de la pandemia, mientras crece de modo exponencial el de personas en estado de pobreza extrema.
Gracias por leer estos recuerdos y pequeñas reflexiones, familia.
Carlos Bernal, 30 de junio 2022.
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