La razón de que un poema no se escriba
es que exista un limbo de los libros;
y allí duerma eternamente ese verso
que entre los dedos se queda atascado.
Una suerte de papelera universal.
El regato que no llegará al arroyo
ni desembocará en río de palabras.
La nube que espera ser llovida.
El agujero negro de las letras.
Un volcán que las mezcla entre su magma.
Un inmenso océano que se las traga.
O el pudor de asomarlas a la calle,
con la vergüenza que da emanciparlas
y el temor de que no sepan valerse.
Esa parte que ya no escribirás
cuando pones un punto y aparte,
será una estación sin trenes;
la cerradura de las llaves perdidas;
el noray que se ha quedado sin barco;
la ventana con vista cansada
de tanto mirar hacia dentro.
El punto y final que no figura
tras los puntos suspensivos de tu cuarto.
Ese adiós que en realidad no existe
porque nunca lo pusimos en los labios.
Carlos Bernal
5 oct 2021.
Precioso, preciso y verdadero. Mis felicitaciones no pueden merecer lo que has escrito.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo Joaquín. Un honor que personas como tú me lean. Abrazos
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