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jueves, 26 de diciembre de 2019

Cosas que casi casan



Parece que no se entienden
amor y desencanto,
y sin embargo
conviven diariamente.

Bandidos y patriotas se dan la mano
bajo las mismas banderas
desde que el sol está en lo alto.
Casi nada es agua y aceite;
casi todo tiende a la mezcla.

Así hay ladrones honrados
como jueces corruptos;
payasos que lloran
y azafatas con vértigo;
genios sin despistes
y casas sin puerta.

Y cuchillos que no cortan,
y dientes que no muerden,
y esquinas que no se doblan,
y brújulas sin norte,
y GPS que se pierden.

Hay oro que no brilla,
sol que no amanece,
bombas que no explotan,
heridas que no duelen,
y hasta chivatos que saben
guardar un secreto.
Hay chistes terribles,
-que maldita la gracia-

y tristezas que no alegran,
pero que siempre reconfortan.

Hay bomberos que llevan
incendio en las manos,
y pirómanos que sueñan
con sofocar las llamas.

Hay sueños sin camas donde labrarse,
y camas sin sueños que las prestigien.
Como hay videntes ciegos para siempre
e invidentes que han visto el universo.
Como hay versos con dos palabras,
pues basta un te quiero para ser poeta.

Hay corazones que no sienten;
cabezas que no piensan
y estómagos inteligentes.
Pilotos con miedo a volar
y buzos con hidrofobia;
tiburones callejeros
y marineros en Soria.

Hay adultos con cultos de niño
y neonatos con cara de anciano.
Músicas que no dicen nada
por mucha fusión que hagan,
y demasiadas que son indi-gestas.

Como el “no nos moverán”
parece un canto al inmovilismo,
y sin embargo es lo contrario.
Otro movimiento es el nacional,
que aún tendrían que explicarlo.

Igual que hay guerras pacificadoras
y se invaden países para llevarles democracia.
Pues hay martillos de goma,
pero no dejan de ser martillos.

Son cosas que no casan,

pero lo están deseando;
y tanto lo desean
que terminan casando.


Carlos Bernal
26 dic. 2019

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Sol y Luna


El Sol que nace amarillo,
atardece en rojo;
no sé si de ira o de cansancio,
si de sonrojo
por lo que ha visto,
o por darle luz a unos cuantos
que ni siquiera lo merecen.

Por otra esquina de la calle,
la Luna sale a su encuentro
con voz más tenue.
No lleva fuego en las venas,
pero maneja la magia
de sus ancestros.
Se escandaliza menos,
no va quemándose por dentro.
Tal vez tiene otro calibre,
tal vez mide de otra forma
cuando se asoma y sonríe

a las terrazas de los bares.

Juntos hacen un buen tándem,
comparten lugares comunes,
equilibran la balanza:
lo que el astro rey abrasa,
su amiga nocturna refresca;

las huellas que uno deja,
la otra las disimula;
lo que de día se destaca,
de noche casi se oculta.
El Sol enfrenta realidades,
la Luna alimenta sueños.

El Sol y la Luna son
una pareja perfecta.


Carlos Bernal
25 dic 2019

lunes, 23 de diciembre de 2019

Deambulo





Deambulo por las redes
lanzando los “me gusta”
-como si fueran salvavidas-
al mar de mi incertidumbre.

En medio de la noche,
algunas fogatas lejanas

dan lumbre y calor 
a mis pensamientos.

Otros miembros de esta ONG
de inconformismo ignoto
hacen lo mismo. Son muchos
los que a control remoto
de clic de ordenador,
pasan de siervo devoto
a inspirador de opinión.

¿Seguro que no estamos locos?

 


Carlos Bernal
20 dic 2019

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Las ramas

Autopista A1 Holanda


Las ramas han decidido
llenar el espacio vacío.
 

En un desvío de autopista,
fuera de la vista de curiosos,
se han extendido,
se han hecho tronco.

Qué listas son las ramas,
saben más que nosotros;
donde nadie hubiera pensado
han espesado un verde hermoso.

Con sus trajes marrón claro
y verde oscuro;
con su silencio oloroso,
su andar lento y seguro;
con su humilde espesura,
su majestad republicana,
las ramas han decidido
reverdecer la autopista.

La Naturaleza sigue enseñando
lo que no aprendemos nunca.


Carlos Bernal
18 dic 2019

domingo, 15 de diciembre de 2019

Me gustan los poetas...

Me gustan los poetas
que escriben mariposa
para que tú salgas volando;
que cuando dicen amor
se te derriten los párpados;
que te ponen frente al mar
y de pronto estás nadando.

Me gustan tanto,
que me da la noche pensando.

Me gustan los poetas
del mensaje en la botella
azul que atardece
el barecito del barrio.
Los que tienden sus letras
en la azotea del ánimo.
Los que no piden permiso
para colarse hasta dentro.
Los que saben despistarte
la tristeza en una esquina.
Los que adivinan qué te pasa
y te lo curan cantando.

Los que te dicen tierra
y tú ya las estás pisando.

Me gustan los poetas
que zarandean conciencias;
los que te dejan inerme
frente a su luz de lamparilla.
Los que al tiempo te muestran
las bajezas de las simas,
las alturas de los montes,
las bondades del hombre
y las maldades del monstruo;
la rectitud del horizonte,
la risa de los niños
y la mirada del anciano.
Los que saben temprano
lo que pasará más tarde.


Me gustan los poetas
de la broma en los labios.
Los de la sonrisa abierta.
Los que te acercan la vida.
Los que nunca despiertan
del sueño enamorado.
Los de viva la utopía.
Los del tren en vía muerta
pero tren al fin y al cabo.
Los que están siempre tan cerca
aunque no lo hayas notado;
los que viven a tu lado
aunque tú no te des cuenta.
 

Qué más puedo decir sino
me gustan los poetas.






Carlos Bernal
14 Dic. 2019

jueves, 12 de diciembre de 2019

Homo Sapiens



Soy las carencias que traía por defecto
y unas cuantas vivencias añadidas;
soy cualquier cosa menos ese invento
de un ser perfecto en la creación divina.

Estoy hecho de polvo de estrellas
y ante ellas me declaro culpable:
La humanidad del humano perdida,

La vida despreciada cada instante.

Soy parte de un proyecto inacabado
Una ráfaga de luz del Universo
El arquitecto de una paz inoportuna
El reverso de una Luna inalcanzable.

Soy hacedor de los grandes inventos
El Pensador de la filosofía pura
El que ama, llegado el momento,
hasta morir de eterna locura.

Soy la voz que clama en el desierto,
la que predica la paz entre los hombres;
La que sepulta miles de nombres
en un Mediterráneo de entierro.

Soy lo que hago más que lo que digo;
suscribo el halago al poderoso
y condeno por siempre al mendigo.

Soy la entrega voluntaria
que se aparta de los focos;
Soy la voz que no se nota,
soy tan poco…


Soy los mensajes que oigo
Soy la envidia y la avaricia
Soy la venganza y la afrenta
Soy el que ajusta las cuentas
Soy el contable del odio.

Soy la ayuda humanitaria,
el salvavidas que se lanza
sin pedirte nada a cambio.
Soy los gestos solidarios,
la mano amiga que se presta
cada vez que es necesario.

Escribo libros de Historia:
disfrazo enormes fracasos
y agrando pequeñas victorias;
cuento verdades a medias
y tapo una mentira con otra.

También soy el que reparte
humanidad por el mundo.
El furibundo que grita
los sonidos del silencio.
El que imparte educación
y el que no le interesa.
La cortina que tamiza.
Las pantallas que embelesan.
La medicina, sus remedios.
Los Medios de manipulación.
El asesino de mujeres.
La mujer que grita ¡basta!
El ser humano maltratado.
La evolución que involuciona.
El villano que corrompe.
El valiente que se enfrenta.
El que tira a su tejado.
El que escupe hacia arriba.
El vasallo de ahora.
El pelota de siempre.
El que ya nunca vota
porque no vale la pena.
El que lo pinta todo rosa.
El que quita las ganas.
El que mira a otro lado.
El que cambia las cosas.
El de ¡Vivan las caenas!

Soy el caballo de Atila
y la paloma de Picasso.
La Paz que se retoma,
la nariz de payaso
y las bombas que aniquilan.

Soy las dos caras que asoman
en una misma moneda.


Carlos Bernal
8 dic. 2019









domingo, 1 de diciembre de 2019

Diciembre, por fin

Castañar de El Tiemblo (Ávila)


Enero nos llevó a diciembre,
-tan pronto se fueron los días-.


De repente se hizo viejo un año

en versos de almanaque

que nos dejan doce meses 
y 
una leve intención de biografía.

Enero nos llevó a diciembre,


-se hicieron tan viejos los días-. 

Ahora febrero se viste despacio

mientras marzo se peina las canas.
Abril ya no quiere ir de feria


y mayo se arrellana en el sofá.
 

La primavera juega al dominó
y a veces pasea crucigramas.

Junio ha olvidado a su novia


y a julio le fallan las piernas.
 

Agosto no sabe qué tiene.
 

Septiembre se cubre de niebla.
 

Octubre y noviembre se sientan

a esperar, junto a la estufa,

que diciembre los saque de fiesta;

y les traiga otra vez, como siempre,

un nuevo año con toda su fuerza;

doce meses llenos de vida,

resumida en otro almanaque.

Y diciembre, que sabe más por viejo,


guarda en su pecho de invierno

un corazón calentado en agosto.

Carlos Bernal
Dic 2011/2019