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lunes, 27 de septiembre de 2021

Fondo de armario

 

La gente que gusta de vestirse bien suele tener eso que llaman un fondo de armario. Yo nunca he tenido tal cosa. Tengo, eso sí, ropa vieja. Esa que me pongo para estar en casa, calentito, en las tardes de invierno en que solo quieres sofá y una buena serie donde recrearte hasta el olvido de ti mismo. Y según la hora de la tarde, acompañado de una humeante taza de té o de un refrescante gin tonic.

Pero hay quien tiene, quienes tenemos, un fondo de armario musical. O un cajón, o incluso un baúl en el garaje -los más exagerados-. Y hay quien ha sustituido ese espacio físico y su correspondiente cantidad de ácaros de polvo (¡socorro!) por unos ficheros digitales en diferentes formatos. Los más avanzados tienen su música preferida en “la nube”. Yo soy de los que fuimos haciendo -a duras penas- el arduo camino que va desde las cintas de cassettes a los cd’s, después a los archivos en el ordenador hasta su rebosamiento, luego a los discos duros, y por fin a la dichosa nube. Y sin embargo, en mi casa, como en otras casas, como en muchas casas, hay viejas estanterías con un montón de cd’s (de las cassettes ya me deshice). Son los testigos silenciosos del paso del tiempo.

Y como si de un fondo de armario se tratase, a menudo me planto delante de esas reliquias musicales de tres, cuatro, cinco o seis décadas atrás, y voy eligiendo lo que me voy a poner ese día. Según sea mañana, tarde o noche, escogeré algo que vaya a juego con la época del año, el tiempo que haga o el estado de ánimo que tenga.

Y entonces me siento tan a gusto dentro de esa música como si entrara en el jersey desgastado y amoroso que a veces me pongo. Es mi fondo de armario.

Carlos Bernal
27 sep 2021.

 

 


 

 

 

 

 

sábado, 18 de septiembre de 2021

El autobombo

 

 Caricatura de Roig de Leuchsenring (1925)

 

 

El instrumento que menos me gusta
de todos los de percusión que conozco,
probablemente sea el autobombo.

Sin embargo y tristemente sucede
que suele ser el que más suena
y al que más caso hace la gente.
Vean la tele, oigan la radio;
los verán y oirán en las tertulias
dándose firmes golpes de autobombo.

Y es una pena, pues hay en la orquesta de la vida
muchos y mejores instrumentos:
El tic-tac del corazón, por ejemplo;
el silencio del que escucha con respeto;
la educación con la que se cede el paso,
o la razón de perdonar a tanto loco.

Aunque yo también a veces me sorprendo
dándole golpes al susodicho instrumento,
ensayando alguna burda partitura.
Luego veo que solo me acompaño
en mis tristes y largos soliloquios.
Pero ahí gana vida el autobombo,
presentando su cara sibilina.

Entonces lo dejo en la escalera,
junto a la puerta de la entrada de casa;
solo por ver si pasa algún vecino
que apenas sin querer, se entusiasme.
Y dando alegres golpes con la maza,
le pille la magia al autobombo.
Y ya puestos de una vez, y de paso,
me deje a mí tranquilo por un rato.

Y si han llegado hasta aquí sin saber
de qué demonios estoy hablando,
no saben la suerte que tienen
de no conocer el autobombo.

Solo espero que disculpen el sarcasmo.


Carlos Bernal
18 sep. 2021