Seguidores
miércoles, 29 de julio de 2020
Reloj con arritmia
El reloj del salón padece
de enfermedad vascular;
parece que tiene arritmia;
le cuesta trabajo marcar
las horas; las lleva a rastras.
De pronto suena más fuerte,
o su ritmo se demora,
-trás-tras, tras-trás-.
No sé muy bien qué le pasa;
anda perdiendo el tiempo
como un niño en la escuela,
aunque en realidad no se atrasa.
Este reloj que se muestra
indignado por momentos,
en el “silencio : biblioteca”
de este cuarto a esta hora,
me devuelve a la memoria
una mecedora de aquéllas
de cojera cadenciosa,
de las de infantiles siestas
en brazos de amor dormidas,
con su compás de trás-tras, tras-trás.
Pero basta de filosofía
sobre la vida del reloj.
Podrá andar y marcarme el tiempo
de la vida que me quede;
hacerme comer doce uvas,
decidir si llego tarde,
si amanece más temprano,
si es pronto para que sea martes…
Podremos hacer poesía,
pero el reloj no tiene vida.
Conclusión: Lo más probable
es que el remedio a su dolencia
sea cambiarle las pilas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario