pero no había ascensor
que subiera tan alto.
Así es que me quedé, espiando,
a admirar su hermosura,
en la primera estación
de aquel amor de extraño recorrido.
Fue una noche, hace muchos años,
en que me dormí, soñando,
con la duda de un “quién sabe”.
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R. Neuman |
Para mí tiene dos lecturas.
ResponderEliminarO uno con un amor imposible. O alguien que quiso subir a la torre Eiffel y soñó que se quedó a mitad de camino.
Me encanta la segunda opción. Aunque no había pensado en ella, me la quedo para siempre, con tu permiso. Un fuerte abrazo
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