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sábado, 7 de septiembre de 2019

Admiro

Admiro al que deja el ascensor
y se entrega a la escalera;
a los que esperan el sol
después de la tormenta;
a los que aún no han perdido
el sentido del humor;
a los que no les da igual
ocho que ochenta;
a los que siguen remando
aunque sea contra corriente;
a los que aman guardar
las recetas de la abuela.

Admiro a los que saben
que no duelen las cosas
sino cómo te las tomas;
que las buenas y las malas
son solo las personas.

Admiro al que perdona
pero no olvida lo ocurrido,
(que nos prometieron oro
y solo critican al moro;
que cogieron agua mansa
para dejarnos remolinos;
que convirtieron en negocio
la salud y la educación;
que el trabajo y la vivienda
ahora son un privilegio;
que nos hicieron comulgar
con viejas ruedas de molino).



Admiro a los que esperan
que las crecidas del Nilo
les fertilicen sus tierras;
que tienen el alma en vilo
pero cantan a la vida
como si fuera siempre hermosa,
y no hay ninguna cosa
para que la den por perdida.

Admiro al de la cara partida
que sigue peleando.
Al que se sube por las paredes.
Al que se ríe de su sombra
y está sólo, porque quiere;
y si se acerca “la parca”,
saca el capote y la torea.
Al que calla lo que piensa
y lo dice cuando encarta.
Al que le gusta esponjarse
cuando sube la marea.
Al que después del infarto
se calza los tenis.
Al que ya está muy harto
pero aún sigue votando.
Al que aprendió a llorar cantando
para no vivir llorando.

Admiro a los que saben esperar
enhebrando una esperanza;
a los que la vida no cansa;
a los que llegan y saben qué hacer,
porque hay que saber llegar.

Carlos Bernal.

2 comentarios:

  1. Aquí seguimos, Carlos. Yo, esperando la tormenta después del sol.
    Magnifica exaltación de las buenas costumbres. Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Jajajaj, muy bien, Santi. Así estamos ahora, esperando tormentas en muchos aspectos. ¡Qué no sea nada! Un abrazo de vuelta

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