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lunes, 15 de julio de 2019

Un día jubilado

Dormir a pierna suelta los problemas;
levantarme no demasiado temprano,
y escribir de diez a doce lo que pueda.

Pasear el azul desocupado
del suave invierno mediterráneo.

Atribuir a cada pájaro su canto,
recibir a las pavanas en la orilla,
adivinar el rumbo de los barcos,
imaginar dónde acaba el horizonte.

Enhebrar las agujas de los pinos,
descubrir lo mullido de la hierba,
aspirar el sabor de la mañana,
y diluir las tristezas de la vida
en una buena sopa castellana.

Calentar la tarde con un fuego:
Apilar muchos versos uno a uno,
preparar la hoguera de un poema
y esperar que una música lo encienda.

Recoger al día siguiente las cenizas,
abonar bien la tierra con ellas,
plantar las ideas en semillas
y esperar que broten algún día.

           (Solo entonces sabré si eran canciones
            las voces que el levante me traía).

                                                       
                                                                                          Carlos Bernal.


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