Esta es una historia que demuestra cómo pueden influir positivamente los maestros (casi siempre) en los alumnos. No quiero calcular qué año sería, pero digamos que yo era un estudiante joven, tan joven que apenas contaba 15 años o tal vez 14. El caso es que en la clase de Literatura y Lengua Española del instituto, la profesora copió en la pizarra una Rima de Gustavo Adolfo Bécquer, nos la hizo copiar en nuestros cuadernos y memorizar para después recitarla en voz alta. Por alguna razón que nunca sabré explicarme, aquella tarde y noche y al día siguiente y la tarde después y la noche siguiente y así no sé cuántas más, estuve con aquella poesía por delante y con mi guitarra en las manos, intentando ponerle alguna música a aquellos versos que tanto me gustaban. Muchos acordes no sabía, la verdad; pero los que sabía los machaqué hasta que aquello sonó mas o menos... Y yo no he olvidado a aquella profesora, sin la cual nada de esto hubiera ocurrido.
En fin, que así nació El Arpa, la adaptación musical de esta bonita rima de Bécquer:
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nueve
que sabe arrancarlas!
¡Ay! pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga "Levántate y anda"!
Y aquí se puede escuchar la canción:
https://youtu.be/AB9Njzx9-nw
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