Seguidores

sábado, 28 de diciembre de 2024

VEINTICUATRO



Llegó esa tarde del veinticuatro. Volvieron los recuerdos de tantos años, de tantas veces veinticuatro. Desde aquel entonces, desde aquellos días de pantalón corto y carreras entre las piernas del abuelo, y él diciendo “chiquillo, que te vas a caer”. Y la abuela en la cocina, con mi madre, preparando ese pavo que han traído vivo y que han matado para ser cocinado y comido esa noche. Desde entonces han pasado tantos veinticuatro…


Llegaron los de los años de juventud, en que recogía a mi tía soltera de su casa para que cenara con nosotros. Y venían primos y otros tíos… y ya no estaban los abuelos. Y yo cantaba en la parroquia del barrio, en la Misa del Gallo, y cenaba deprisa porque me estaban esperando…


Después fueron los años de los padres mayores, necesitados de ayuda, y ahí estaba, también veinticuatro, pero horas al día pendiente de que me llamaran para lo que hiciera falta. 


Y luego vino la rotura de todos los hilos con aquel pasado y nuevas ramas nacieron del mismo tronco. Fuimos padres y después los hijos nos hicieron abuelos… Y llegaron otros veinticuatros distintos, con el mismo amor pero volcado en otras personas. Ahora las canas las vestimos nosotros, que ya no somos los que corretean entre las piernas. Ahora somos los que decimos -como decía mi abuelo- ten cuidado, chiquillo, que te vas a caer…


He puesto música de villancicos tradicionales, aquellos que cantábamos entonces… y vuelven los recuerdos. De pronto me he visto joven, cantando en la Misa del Gallo. Y la nostalgia, esa amiga llorona, ha inundado la estancia…


Feliz Navidad.


viernes, 20 de diciembre de 2024

ESCRIBIR




Escribir por escribir es una tarea ingente,

absurda, cansina, deprimente hasta el extremo.

Es entrar en la rutina de sabor obligatorio;

sin espíritu, vacío, sin una razón aparente.


Un transcurrir diario en zapatillas a la mesa,

hasta el cuaderno que muestra las tachaduras,

los borrones cotidianos. Es el momento en que piensas

para qué estoy escribiendo. Y lo dejas. Abandonas.


Pero el alba regresa 

a pincharte las entrañas

con las dolidas preguntas 

que quedaron sin respuesta…


Y te sientas a la mesa

sin saber por qué te sientas;

a escribir por escribir, 

a descubrir entre la bruma

un no sé qué a tientas.


Y de nuevo la cabeza 

es feliz porque cabila.

Al final, noble rutina

que me merece la pena.



Carlos Bernal.

Los Barrios, 20 Dic. 2024