Algunas mañanas escribo
lo que tacho por las tardes.
Palabras que no duran un día,
a veces llegan a la noche;
pero fijan la memoria
de un tiempo que se escapa.
Letras que no tendrán mañana,
son briznas de presente
que van volando al pasado.
Son versos que se posan
en las señales horarias
que la radio va dejando.
Vuelan camino al recuerdo,
como árboles que pasan
por las rápidas ventanas
de un tren en movimiento.
Son versos que fluyen
con la textura del soplo,
la altura de la nube
y la sencillez de la escalera;
con la velocidad del parpadeo
y la ternura del olvido.
En la levedad de la vida,
mientras arriba la muerte,
escribo versos que llenan
un tiempo ya vencido.
Carlos Bernal.
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