Duerme triste el invierno sus voces
en la luz congelada de vidrio
de un cristal que se muere de frío.
En el agua plateada del borde
de aquel río que mira a lo lejos,
dos amantes espesan el aire
del asiento trasero de un coche.
En los charcos del muelle resbalan
unos tibios reflejos de estufa
de terraza que huele a tabaco.
Mientras grises pateras recalan
al compás de una suave marea,
el gasoil se mece en las olas
de un invierno que pasa este enero
encerrado en los diques del puerto.
Carlos Bernal
4 de enero de 2024.
(Del poemario "Versos de almanaque")
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