Árbol de Tipuana Tipu |
La Tipuana va a seguir llenando de flores amarillas mi ventana.
El mar continuará vistiéndose de azul en las orillas, donde las haya.
Cada mañana, el Sol volverá a emprender su rutinario camino sin preguntarse el porqué…
Los leones del Congreso, -en origen cañones de Ceuta-, saludarán con gesto imperceptible (inclinación de cabeza, chasquido de lengua o guiño de ojo) a los que van llegando: los que se afanan, los que procuran, y a los otros que no.
Una foto de pactantes-firmantes me trae al recuerdo personajes de la Cosa Nostra y a los hermanos Marx con la lectura del genial contrato que decía: “La parte contratante de la primera parte es como la parte contratante de la segunda parte…”
Leo un buen artículo sobre la verdad y su enemigo, que no es la mentira, sino la indiferencia, esa compañera feliz de la rutina, pandemia silenciosa que se extiende y que nos llevará a todos a la ruina.
Paseo junto a un mar, el Mediterráneo, que agoniza ahogándose entre basura y entre políticos irresponsables que presumiendo de gestión sacan mayoría absoluta. Lástima de sociedad civil desaparecida en combate.
Pues cada uno vota no a quien le parece sino al que más se le parece, o a quien se quiere parecer. (Esto es largo de explicar, algún día lo haré con un café por delante, en charla intrascendente, como tiene que ser).
Me vuelvo a la ventana, a las flores del árbol de Tipuana Tipu.
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