I
Tiñen de azul la tarde,
las sonrisas en abril;
los suspiros del amante
van cubriéndola y así
no puede ser otra cosa
este mes, que enamorado;
afinado para cuando
haya que cantarle a mayo.
Se disfraza, abril, de cintura
de abeja que poliniza.
Escoltado por sonidos
de la radio, sintoniza,
la locura por la vida.
Testarudo, -como el árbol
que tiene hojas perennes-,
resucita los amores
que fuiste dejando atrás.
Eterniza los pasos
que vas posando en la playa;
leal, como una guitarra
con las canciones de siempre.
Enamoradizo, recuerda,
tantas cosas olvidadas
que guardaba tu retina…
II
Abril pierde algunas veces
niños jugando a esconderse;
y en ese andar y perderse
ha transcurrido la historia
de un niño venido a viejo,
sin encontrar el camino
de vuelta del escondite.
(Del poemario Versos de almanaque, AvantEditorial 2024)
III
Abril mece oropeles
por calles engalanadas;
escayola con purpurina
para que oro parezca.
Pero también está el tesoro
de los que siempre pueden;
poderosos que no quieren
a un Jesús de la pobreza.
Y lo llevan a la muerte
porque no los representa.
Un cristo de los hambrientos,
de los que pasan miseria.
Y lo llevan a la muerte
entre banderas al viento
que enarbolan la riqueza;
entre brillos de medallas
y sones de trompetas;
entre tambores civiles
y militares de película;
con pulidos entorchados
y planchados uniformes
oliendo a naftalina;
y curas que olvidaron
por qué se hicieron curas.
Entre riqueza y boato;
entre vistosos golpes de pecho
y lágrimas de cocodrilo;
entre mantillas y bordados
de los que siempre le mataron.
Hoy lo llevan a la muerte
porque no los representa;
mañana lo resucitan
para volver a matarlo
todos los días del año.
Porque el Cristo de los pobres
jamás los representa.
Carlos Bernal
Marbella, 9 de abril de 2023.
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