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miércoles, 16 de junio de 2021

No es triste la poesía, sino la mirada del poeta

 

No hay tristeza en la poesía.
Ella corre con la belleza del galgo;
vive con la esperanza en mañana;
vuela entre la brisa más suave.
Con la ilusión de ganar, apuesta.
Con la bondad del bienpensado, juzga.
Con la lealtad del amigo, se presta.

No hay tristeza en sus estrofas.
Triste, el que se acerca
con voluntad apagada,
con la vida ya muy hecha;
con la lección mal aprendida,
con la mira desenfocada,
con el gesto maltratado;
con mucha piedra en la mochila.
Sin los ojos bien abiertos;
sin horizontes cercanos;
sin una barca con dos remos;
sin una buena caña de pesca;
sin la belleza de un sol cárdeno.


Y cuando el poeta escriba
“El río baja triste”,
nunca estará triste el río,
sino el poeta que lo diga.
 

Andando por la Playa de la Alcaidesa, cerca de San Roque (Cádiz)

No hay oscuridad en la poesía,
pues en ella la luz irradia
si quieres y puedes mirarla.
No hay grises que nublen su vista;
es la vista gris del que mira
lo que oscurece su verso.
Y si su verso se hizo triste,
fue porque olvidó cómo se mira
o porque el poeta dejó de mirar.

Como no hay soledad en el poeta
que quiere mirarse solo,
y solo espera poder mirarse.
Solo estará si se siente solo
en medio de mucha gente.
Solo estará si no advierte
que está solo porque no entiende
cómo ha llegado a su soledad.
Dejaría tal vez de estar solo
si aprendiera de nuevo a mirar.

Carlos Bernal
16 Jun 2021.

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