Seguidores

viernes, 23 de abril de 2021

Concentración de palabras


 

 

Igual que volvió el indiano, un puñado de palabras se asoman al zaguán de la mañana, al alféizar de la ventana, apenas te apeas de la noche transitada en tiempo y sigilo suficiente. No sé por qué aquí ni sé por qué ahora. Pero ya que han llegado, obro y abro el milagro de la puerta.

Las miro y todas tienen un algo semejante, una indumentaria pareja, una suerte de uniforme que en principio las iguala. Pero como todos sabemos, los uniformes no igualan, en realidad solo disfrazan. La luz las delata y su parecido se disuelve.

Grita más que las demás una indignada, por no sé qué que dice que le ocurre… Parece más humana por esa cualidad, la de indignarse digo, pero no es más que una herramienta que a veces tenemos a mano. Más que indignada es indigna, pues parlotea y avasalla, empuja y malmete, amedrenta y solivianta, insulta y desmerece.

Otra se muestra indispuesta, como justificación asumible y desde luego indemostrable; lo declara con mala cara. Esto sí es un instrumento históricamente sobado; que la señora está indispuesta es un uso trasnochado. En realidad nunca lo estuvo, solo se queda traspuesta.

Indiscreta es la que cuenta oscuros secretos de alcoba.  Sotto voce, en confidencia, sin que se note el despelleje, a media voz, de boca en boca, corre veloz el cotilleo que la indiscreta comenta.

Indie da un paso al frente y se encarama a su guitarra. Su musical indisciplina nos trae sonidos nuevos, totalmente independientes (mientras no la fiche alguna discográfica alerta). Otras palabras indican precaución con esta música, pues puede ser indigesta.

La indiscutible estira el cuello de sus letras por encima de la altura de las otras, como queriendo imponer autoridad. Sabe más de todo que todas, cosa que no hace falta demostrar.

Indisociable se sabe aquélla que junta en sí misma palabras que no está dispuesta a romper; pues no quiere dañar la telaraña ni parar el vaivén, ni matar un girasol.

Indispensable es palabra impensable para todas las demás, pues solo ella se piensa que no tiene sustituta. Nació creída irreemplazable y no oculta su altivez.

Ninguna indispensable, pero todas necesarias, como las tardes, como las horas. Aunque alguna se me antoje, en realidad, indiferente.

Ya veis que el uniforme no iguala, o iguala solo al principio, vistiendo el mismo prefijo. Me fijo y empiezan por ind. Sin indizar por ningún critero, les indico el camino del patio, el indivisible patio soleado, pero que al ser particular, hoy está la mitad mojado. Otra cosa trasnochada.

Guardo cada palabra dada, porque ellas se me han dado. Solo el tiempo, indiscriminadamente, las pondrá en el sitio adecuado…

Carlos Bernal, 
23 abril 2021.
 
 
 

martes, 13 de abril de 2021

El maniquí de los almacenes


 

Amo la soledad de los grandes almacenes;
el silencio que puebla los pasillos
que no transito en días de rebajas
sino en tardes de anodina quietud.

Amo las cosas que nunca se venden,
como el silencio que envuelve maniquíes
en su profundidad cristalina y transparentes.

Veo la precisión de las escaleras mecánicas
como un problema de geometría resuelto:
Un sube y baja perfectamente sincronizado
en los rostros de los encargados de planta.

Veo tristeza en los relojes de pulsera
y en los trajes que no verán una fiesta;
en las rosas de porcelana inglesa
y en las inglesas que parecen porcelanas.
Veo plástico en la sonrisa del dependiente
y en la encargada que solicita mi tarjeta.

Hay botones que mueven ascensores
con labios cosidos a los botones.
Los jarrones pasan inadvertidos
entre las telas que nunca se desenrollan
y las copas donde no se bebe vino.

Siento el perfume que recorre la tienda,
las músicas que nunca se venden,
los libros que jamás serán superventas,
la incomodidad de los sillones expuestos,
las camas que no vivir colgarán
y el pescado que aquí parece más muerto.

Pongo mi compra en una cinta incansable.
Una cajera sonriente me pregunta
si en la calle todavía es de día.

Salgo por fin de ese mundo perfecto
-si tienes dinero para pagarlo-.
Me agarro a una farola en la puerta
esperando recuperar el sentido.
Me repito entre dientes la consigna
de no comprar ni vender más mi tiempo.


Carlos Bernal
12 abril 2021.