Todavía las tardes son largas,
los azules se van yendo en verdes
que luego se mueren en malvas.
Todavía no encuentro motivos
que me hagan vivir el otoño
que dice el calendario que vivo.
Todavía el verano se estira
hasta donde alcanza el horizonte
que me llena las tardes de almíbar.
Todavía tiemblo al encontrarme
cada día el silencio en la orilla,
con la calma de su azul vibrante.
Todavia no llega la bravura
ni el estruendo de la mar de invierno,
ni el blanco nardo de su espuma.
En la orilla, cualquier tarde de octubre
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