¿cómo se lo contaría?
¿Cómo le hablaría de chispas
saltando bajo la luna?
Del destello verde en la tarde.
De su luz de la mañana
antes de que haya luz.
De las estelas que regalan
los barcos cuando cruzan.
De los mares que asoman
detrás de cada estela.
De la frontera amorosa
que mantiene con el cielo.
¿Cómo contarle -si no ha visto-
su fábrica de colores,
según la hora del día?
Le hablaría de su olor a inmensidad,
de la bravura de su canto.
Del espanto de temporales
que azotan barcos sin piedad.
De su terrible soledad.
Del empuje de las olas
que va dejándose en la playa;
de su desfile ordenado,
una tras otra,
una tras otra
y otra más…
De las pavanas que aplauden
su estruendoso desembarco.
O de otras veces que alfombra
la tarde con sus verdes,
ensimismando silencios.
De las historias que cuenta
mientras pasea a tu lado:
De manos entrelazadas
que amaron anocheceres;
de barcos que zarparon
con solo billete de ida;
de amigos que se fueron
cuando era pronto todavía;
de sus risas por el aire,
de sus cantos con guitarras
que sonaban a inocencia
de arena adolescente.
De amores marineros.
De piratas con tesoros.
De las vidas que quedaron
en las simas de sus fondos.
De los sueños que ha enterrado
en su oscuro cementerio.
Del perfil casi redondo
de su mágico horizonte.
De sus perpetuos adverbios,
su cuándo, su cómo, su dónde.
A quien no haya visto el mar,
¿cómo se lo diría?
Le pondría, como ejemplo,
que es siempre al mismo tiempo
trueno y voz que serena;
brillo de relámpago
y negra oscuridad;
enamoradísimo amante
y enemigo despiadado;
ameno conversador y
silencioso compañero;
experto navegante
y principiante grumete.
Lugar del que no te has ido
y siempre quieres volver.
Claro que,
quien no ha conocido el mar…
Carlos Bernal
19 abril 2020.
Me parece muy bueno, y puede que el que no tenga el concepto de mar en su cabeza por no haberlo visto nunca, le cueste asimilarlo, pero de lo que no hay duda es que leyendo tu descripción si que se hará una idea de su grandeza, de sus contradiciones,..... Repito muy bueno. Buenisimo
ResponderEliminarGracias, amigo, por tus palabras que me animan a seguir escribiendo en estos días raros que estamos viviendo. El mar siempre ha sido y es una fuente de inspiración inagotable. Me alegro mucho de sentirte por aquí y de que te haya gustado el poema. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPrecioso, Carlos. Para mi, la mar es olor más que color. Olor a salitre y a algas descompuestas. Para mi, la mar es oír más que ver. Oír la vaca del taró en la noche, cuando el sueño viene a llevarte.
ResponderEliminarPreciosos recuerdos me traes, Joaquín. Aquella "vaca" de la infancia...
EliminarUn fuerte abrazo y gracias por pasarte por aquí.
Precioso tu poema al mar, a la mar...Sí, es difícil contarlo, tanto más cómo tú lo cuentas. Y sí, el olor a mar también nos acompaña siempre, inolvidable.
ResponderEliminarMetido ese olor hasta el fondo del fondo del alma, querida amiga. Y ahí quedará para siempre. Un beso. Gracias por llenar de amistad estas páginas.
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