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domingo, 29 de marzo de 2020
El libro
Gregario compañero que vive en grupo
pero que siempre actúa solo.
Puedes comprarlo, pero nunca será tuyo.
Podrás amarlo, pero no te pertenece.
Es el único que conoce cómo acaba la historia.
No se sabe muy bien qué estrategia utiliza para conquistarte.
No precisa campanas para convocarte.
No te llama, no te mira, no te habla;
no se empeña en gustarte.
Desde la pequeña estantería
o desde la gran biblioteca a la mesita de noche,
viaja como un rayo para iluminarte.
Sabe -como nadie- de confidencias,
de secretos contados entre brillos de flexo,
del inmenso placer de una tarde de lluvia,
de noches en vela, de amores ocultos,
de bandidos que asaltan en callejones,
de piratas que braman en islotes perdidos,
de lo sueños que duermen en hombres sencillos,
de caminos estrechos entre bosques extraños,
de cada peldaño que va subiendo escaleras,
de manos entrelazadas y de miradas perdidas
entre largos silencios;
sabe -como nadie- qué fibra tocarte.
Enemigo de la prisa y de las pocas palabras.
Ameno compañero en pesados viajes.
Maestro embaucador que alivia sobresaltos
y destila esperanzas con dulzor alcohólico,
te va adormeciendo entre sueños de papel
y en sus brazos te lleva y te entrega a su magia.
No sé si –como dicen- será el mejor amigo,
pero yo siempre llevo un libro conmigo.
Carlos Bernal
24 de febrero de 2013.
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Cuánta razón llevas. Y qué bien lo expones. Desde el primer renglón sabemos de qué estás hablando.
ResponderEliminarA continuación, me fijo en los tres sujetos que me observan compitiendo entre ellos por cual me decido: Pinto. Pinto. Golgorito...
Muñoz Molina? Sánchez Ferlosio? Malraux?
Ésta cuarentena... En fin.
Desde luego, los tres te van a acompañar muy bien; así que déjate llevar por cualquiera de ellos y feliz lectura. Gracias por tus palabras, amigo, y cuidate mucho. Un fuerte abrazo
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